Este mes fue bastante pesado para mí por la cantidad de vuelos tan seguidos que hice; necesitaba un "time out" urgente y había juntado 8 días libres, así que no quería desperdiciarlos quedándome en Lima... se lo comenté a Pati... ambas queríamos hacer yoga en Buenos Aires; era una oportunidad maravillosa de la que aprenderíamos muchísimo, y se dió. A partir de ese momento todo empezó a salir sobre ruedas: fue todo perfecto: el hotel, los pasajes, mis días libres, la comunicación con Marina, etc, etc. Una estrella muy grande nos acompañó desde ese momento y siempre supimos que todo saldría perfecto.
La emoción y las expectativas eran grandes, contábamos los días para el viaje, mismo niñitas de 6 años. Salimos el 18 en la mañana rumbo a Buenos Aires; un vuelo tranquilo y bonito, me encontré con un amigo que estaba trabajando el vuelo y nos trató como reinas....Gracias Herman!!
Siempre anduvimos con la buena fortuna acompañándonos.
Fueron días muy intensos...un promedio de 2 clases de yoga diarias, nuestros pies andaron mucho y eso me encantó, mis ojos y mi espíritu se regocijaron en cada esquina, en cada rincón...mucho yoga, largas jornadas de conversación, gente linda, copas de vino, una buena Heineken, música brasilera, pequeños accidentes, risas, ataques de risa y buena onda por doquier desde que me me levantaba hasta que me acostaba...¿cómo no voy a estar agradecida?
Nos quedamos en un sitio lindo en Palermo Soho, a 8 cuadras de donde Marina y cerca de todo.
¿Y el yoga? el protagonista de este viaje. La experiencia fue enriquecedora, aprendimos mucho, Marina es una maestra de yoga A1: recta en su decir y actuar, atenta al mínimo detalle y pendiente de cada uno de sus alumnos (aún cuando en su clase hay un promedio de 20 a 30 personas), la energía que se respira ahí es buena y eso dice mucho de la maestra. Es difícil poder decir con palabras todo lo que aprendí en esta semana: aprendí antes que nada a ser consciente de los errores que cometo una y otra vez, ser lo suficientemente humilde para aceptarlos, trabajar duro para corregirlos y ser constante para superarlos ; aún cuando empiece desde cero, ya en el primer paso aprendo algo nuevo y eso me lo recuerdo cada día: nunca dejaré de aprender. Aprendí que no importa la cantidad de posturas que uno haga, sino la perfección de las básicas, que servirán de cimiento para las que vengan... No se puede construír un edificio de muchos pisos si las bases no son fuertes, bien estructuradas y bien diseñadas; igual pasa en el yoga.